domingo, 14 de marzo de 2010

AL GATO NEGRO

Siempre me han dado buena suerte los gatos negros, siempre se han parado frente a mi, quietos, mirándome como si me intentaran decir que algo bueno va a pasar. Hace unos dos años, no consigo recordar ese espacio de tiempo, pero aproximadamente dos años y algún mes más, camino a dar la última clase de la tarde en el colegio, el conductor de un coche blanco paso sobre un gato negro, frente a mi daba saltos agónicos, mientras que en cada movimiento mortal se desangraba y desplomaba su vida, "los gatos no tienes siete vidas si te chafan", pensé, mientras que intentaba enderezar el coche que se me había desplazado para el lado, bajaba la velocidad y lo miraba por el retrovisor izquierdo mientras me alejaba de su muerte. Comencé a llorar, por el impacto de ver a ese gato morir tan brutalmente atropellado, la impotencia de saber que no podía hacer nada y la rabia de que aquel conductor ni paro un segundo para retirarlo de la calzada, aunque yo tampoco lo hice.
Siempre me han dado buena suerte los gatos negros, pero ese me traía algo malo, cuando llegue a casa con el nudo en la garganta la dije a mi hermana que tenía un mal presentimiento, que ese gato me mandaba un mal augurio. Mi hermana se río de mi, normal, si pensamos que es un simple gato negro, muerto atropellado, pero yo sabía que pasaría algo, quizás fui yo la que lo provocó, quizás estaba ya decidido que iba a pasar, fuera lo que fuese, se termino el amor. Es quizás por eso que ni quiero recordar cuanto tiempo a pasado. Porque están tan atrás que no es el tiempo real lo que siento sino el tiempo de lo vivido, y para mi paso hace décadas…
El jueves nueve de marzo, cuando regresaba de dar la última clase de la tarde en el colegio, mientras que aceleraba para subir la rampa que da al garaje, se me cruzo un gato negro, se detuvo frente a mí, se quedo mirándome y siguió su paseo.
Jueves--- martes… los gatos negros siempre me han dado buena suerte.

No hay comentarios:

Publicar un comentario