lunes, 8 de febrero de 2010

ALETEO




Con mi pájaro en la cabeza, hoy aletea ficticiamente más que nunca, hoy más de veinticinco veces por segundo, hoy se esta superando, a falta de unas horas para saber mi destino del año que viene, se apodera de mi una especie de miedo histérico a lo que vendrá y pánico a lo que quizás no pase nunca. Dos sentimientos encontrados pero unidos de la mano, en cada aleteo de mi ilusión, de mi vida, de mi capacidad de imaginarme en otro lugar por un tiempo indefinido, e imaginar que todo lo que vendrá será diferente en cierto modo a lo que ahora mismo ronda mi aleteo. Con los ojos cerrados porque no veo lo que pasará, solo queda esperar unas horas, y la tarta se descubrirá con la esperanza de que nuestros deseos y nuestros destinos sean los mismos. Esa guinda puesta sobre un pastel, esta vez no de fresa sino por un tiempo de limón, esconderá ese sabor amargo del que será… y la vitamina necesaria para seguir para adelante enfrentándonos a un futuro in ciento en otra ciudad.

¿Qué pasa si tienes ganas de cambiarlo todo, pero hay algo que te atrapa?
… lo único que podemos hacer es escapar, saltar, correr y emprender el vuelo.

Estamos dotados de esa gran capacidad, de poder cambiarlo todo con una llamada telefónica, un mensaje, un correo, una carta, un silencio, una palabra, un si, un no, una mirada, un giro y dar la espalda, un paso atrás, dotados de saber que todo es posible, y que tan solo tenemos que aletear veinticinco veces por segundo marcados por el compás del ocho, creando un movimiento infinito, perfecto, imperecedero… dotados de cambiarlo todo en cualquier momento y en cualquier lugar, dotados del don de la decisión, dotados de una lucha constante ofrecida por una insatisfacción crónica que me lleva persiguiendo un cuarto de siglo. Y seguiremos levantando el vuelo, para aterrizar en otro lugar con el mismo aire pero con otra vida. Ahora entiendo porque los pájaros no vuelan solos. Prefiero volar aunque sea con un gramo de aquello que me atrapo, para saber porque emprendo el vuelo. Y no queda nada, tan solo recorrer con la yema de mi dedo una pantalla de ordenador buscando un número, seguido de un nombre, una facultad y un destino.

Ahora más que otro día, cruzaré lo dedos hasta no sentir si quiera el entumecimiento de tenerlos apretados.

Ahora con los ojos cerrados, aleteo mi sueño, con el ansia de desear que no se convierta en la peor de mis pesadillas…

Ahora solo estamos a unas horas del todo y de la nada…

Ahora sigue estando todo en el aire como aquella vez…

Ahora es mañana…

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