Estoy aquí, pero mi mente viaja constantemente a miles de kilómetros de este lugar.
Estoy tirada en la cama con un dolor que me estruja y me deja kO por unos segundos, segundo interminables que se hacen eternos esperando que se me pase. La debilidad del cuerpo es insaciable, somos tan débiles, tan frágiles que nos creemos superhéroes cuando creemos que todo es posible, y nos damos cuenta de la verdad cuando nuestro cuerpo dice vasta. Aquí tirada, con el ordenador calentando mis piernas y apoyado sobre mi dolor, intento evadirme de este estado de tortura que me esta delimitando. No podré salir, ni ir a ningún concierto, ni ver a nadie que viene de fuera. Ahora no podré hacer nada más que esperar, escribir y esperar que todo mi interior vuelva a su estado natural y pueda volver a ser yo. He llegado a mi casa blanca, con la espalda curvada y soltando lagrimas de dolor. No somos nada, he pensado, y lo peor es que no veo lo que me está pasando, no veo lo que esta dentro para saber que va mal. En realidad no vemos nada, no sabemos nada, no somos nada, no controlamos nada, aquí estoy, tirada en la cama intentando calmar este “algo” entre palabras. Pero vuelve de nuevo, y no me deja esa tregua que necesito para terminar, quizás sea mejor así… no terminar nada, seguir siendo incompletos,
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